Con un energético show de estética futurista y un glamoroso vocalista, la banda alemana hizo delirar a la audiencia sub 17 que inundó de gritos al Movistar Arena.
Faltaban 28 minutos para el inicio del concierto de Tokio Hotel en Santiago, pero quienes ya se encontraban al interior del Movistar Arena tuvieron acceso a un claro “preview” de lo que sería la tónica de la velada.
El breve sonido de un par de instrumentos que probaban su sonido para el espectáculo desató la histeria de las quinceañeras presentes que demostraron cuán preparadas estaban sus gargantas para recibir a sus ídolos.
Desde ese momento y hasta el final del show, el recinto del Parque O’Higgins se convirtió en un hervidero de energía adolescente que nunca se enfrió, a pesar de que sólo se alcanzó a llenar cerca de un 70% de la capacidad del lugar.
A las 21.02 hrs. se apagaron las luces y quedó claro que Tokio Hotel es una banda que entiende a sus fans y explota todos los recursos que permitan mantener en alto la ansiedad de su público. Después de dejarlas gritar por cuatro minutos, finalmente cayó el gran telón que cubría el escenario, apareció el guitarrista, bajista y baterista y, desde el suelo, emergió en una alta plataforma la estrella de la noche: el frontman del cuarteto, Bill Kaulitz.
Abriendo con el tema “Noise”, Kaulitz tomó las riendas del espectáculo haciendo gala de su llamativa apariencia que se caracteriza por cultivar la ambigüedad y el vestuario vanguardista.
Infundado en un ajustado traje negro que combinó con distintas aplicaciones en la parte superior que incluyeron púas, brillos y hasta unos tubos fluorescentes, el cantante de 21 años se movió con autoridad sobre el escenario interpretando un total de 19 canciones de rock/pop alemán que incluyeron los títulos más populares como “World behind my wall”, “Ready, set, go”, “Automatic” y “Moonson”.
El resto de la banda compuesta además por Gustav Schafer (batería), Georg Listing (bajo) y Tom Kaulitz (guitarra), contrastó el estilo de su vocalista, con un vestuario poco glamoroso que hace resaltar aún más la faceta extravagante de la imagen del grupo. Ejemplo de ello es el guitarrista Tom Kaulitz quien, tal como anuncia su apellido, es hermano gemelo del cantante, pero que se viste y se muestra completamente distinto a él.
Con cuatro discos en el cuerpo, la banda alemana interpretó correctamente un ensayado setlist (el mismo de Brasil y Perú) que careció de improvisación y virtuosismo, pero que cumplió cabalmente con las expectativas del público que coreó cada una de las canciones como si se tratara del máximo hit de su carrera.
Una escenografía futurista, el uso de pirotecnia y la inagotable energía de las fans que parecían prácticamente uniformadas con poleras de la banda y que se organizaron para alzar globos de colores en el tema “Darkside of the sun”, definieron el panorama del recital que se terminó a las 22.36 hras. luego de dos regresos al escenario de la banda que, en voz de su rostro principal, agradeció en español el efusivo recibimiento del público chileno.
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